miércoles, 25 de abril de 2012

Los crímenes de Blue


La prisión había  tomado todas las medidas de seguridad que le  eran posibles;  guardias en cada   esquina al igual que cámaras, silencio absoluto para identificar cualquier alteración dentro del establecimiento y, por supuesto, un cronograma para cada preso.

A Blue no le quedaba mas que 10 minutos para salir de allí, pues en ese tiempo, llegaba el compañero de esquina del guardia asesinado….tal vez ya sospechaban de el ahora, el guardia no había llevado la bandeja a la cocina.

La ventilación era la única solución el cuarto no contaba con ninguna  ventana, tan solo una          puerta y oscuridad total.

Quitó la tapa de la ventilación y la ató a uno de sus cordones, tomó la silla y la puso justo debajo del hoyo, se subió con esfuerzo y dejó caer la silla a un lado. Regreso la puerta a su lugar y luchó durante 15 minutos hasta encontrar una salida en el ducto de la ventilación.
Ahora se encontraba encima de un montaña de basura; debió haberse acumulado desde como hacia una semana, podía intuirlo por el aroma de las sobras de almuerzo que se había empeñado tanto en recordar. De repente oyó un pitido, un tanto familiar, como el de una volqueta…. ¡Una volqueta, claro! Era el camión de la basura. Se sumergió en los desechos hasta terminar enterrado por completo y sin poder respirar. Sintió como la maquina volteaba el tarro con él dentro y lo reunía con la basura de los otros tarros. Esperó y esperó, sofocándose con el olor y aplastado por el peso. Finalmente el movimiento terminó y pudo mover sus entumecidos miembros.

Le tomó menos de un minuto el darse cuenta de donde se encontraba. Había recorrido ese lugar un millón de veces cuando era niño para rodar llantas y reparar objetos que aun servían. Fue un niño otra vez y empezó a rodar una llanta hasta terminar exhausto y con las manos negras. Se sentó sobre una pila de chatarra y a la luz de la luna pudo vislumbrar el brillo de un coche de juguete. El remordimiento lo paralizó; el coche era del mismo modelo del que una vez le regaló su padre, en su cumpleaños numero once, y el que planeaba regalárselo a su hijo cuando lo tuviese. En ese instante recordó a su esposa, quien le había visitado 5 meses contados y luego no volvió durante 19 años. Se acordó de la prisión. Su estancia allí hubiera sido mas soportable al contar con el apoyo de su esposa, pero después de que dejo de ir, cada día se hizo mas insoportable y desquiciante.

Tomo el pequeño coche y se lo guardo en su andrajosa chaqueta…

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